La nutricionista Irene Castillo Regidor, Nutricionista y Máster en Seguridad Alimentaria en la Unión Europea por la Universidad Complutense de Madrid, nos contesta esta pregunta, aclarando así una imprecisión con la que nos solemos encontrar y que puede confundir al consumidor:

El aceite de palma NO es una grasa trans, es una grasa de origen vegetal que se extrae del fruto de la palma aceitera, mientras que las grasas trans se obtienen mediante un proceso de hidrogenación para obtener unas características determinadas, que el propio aceite de palma ya tiene sin la necesidad de ser hidrogenado.

De hecho, el aceite de palma se utiliza en la industria alimentaria como sustituto de las grasas trans, ya que posee unas cualidades intrínsecas propias sin ser hidrogenado. Por su sabor y olor neutros y por su textura suave y cremosa, permite un estado semisólido a temperatura ambiente, mejorando la consistencia del producto. Es muy adecuado para su uso en productos, ya que posibilita el aumentar la fecha de caducidad evitando el uso de conservantes y/o procesos de hidrogenación.

El aceite de palma posee un balance de ácidos grasos: 48% de saturados y 52% de insaturados. La proporción de ácidos grasos saturados es inferior al contenido de estos mismos de otras grasas de similar aplicación, como el coco (92%), manteca de cacao (62%), mantequilla (61%) y sebo (54%). 

Indicar, por otra parte, que el incremento del uso del aceite de palma por parte de la industria alimentaria, a partir de los años 90, fue precisamente para que se abandonara el uso de las grasas trans, cuya ingesta no es recomendable. En cualquier caso, la idoneidad de un alimento tiene que ser considerada teniendo en cuenta la dieta en su conjunto y no por la evaluación de los distintos ingredientes que contenga ese producto.

La nutricionista Irene Castillo Regidor nos lo explica en 30".